martes, 11 de enero de 2011

Cuentos ajenos (V)


El burro y el pozo

Ocurrió que un día el burro de una campesina se cayó en un pozo. El animal lloró y lloró durante varias horas, mientras la campesina trataba de averiguar qué hacer. Finalmente, decidió que el burro ya estaba viejo, el pozo estaba seco y además necesitaba ser tapado, así que pensó que realmente no merecía la pena intentar sacarlo de allí.

La mujer invitó a todos sus vecinos para que acudieran a ayudarla. Todos cogieron una pala y empezaron a echar tierra en el pozo. El burro se dio cuenta de lo que estaba sucediendo y comenzó a gimotear con más fuerza. Pasado un tiempo, para sorpresa de todos los presentes, el animal se calmó.

Después de unas cuantas paladas de tierra, la campesina miró al fondo del pozo y se sorprendió de lo que vio... Con cada palada de tierra, el burro estaba haciendo algo increíble. Se sacudía la tierra y daba un paso hacia arriba.

Mientras los vecinos seguían echando tierra encima del animal, él se la sacudía y ascendía un paso más. Pronto todo el mundo comprobó con sorpresa cómo el burro llegó hasta la boca del pozo, pasó por encima del borde y se alejó trotando....

Y es que la vida, nos echará tierra, todo tipo de tierra... La clave para salir del pozo es sacudírsela y dar un paso hacia arriba. Cada uno de nuestros problemas debe ser un escalón más que vencer. Podemos salir de los más profundos huecos si nunca nos damos por vencidos y deseamos salir adelante.

Los que se dedican a escribir estas cosas, dicen que las reglas para ser feliz son seis:
Liberar el corazón del odio.
Liberar la mente de preocupaciones.
Vivir de forma sencilla.
Dar más.
Esperar menos de los demás.
Tener esperanza en el mañana.

viernes, 7 de enero de 2011

Cuentos ajenos (IV)


EL TARRO Y LAS PIEDRAS

Un profesor, delante de sus alumnos de la clase de filosofía, sin decir ni una palabra, cogió un frasco grande de vidrio y procedió a llenarlo con piedras. Después preguntó a los estudiantes si estaba lleno. Los estudiantes estuvieron de acuerdo en decir que sí. El profesor cogió una caja piedrecitas, como si fuera gravilla y la vació dentro el interior del frasco. La grava llenó los espacios vacíos que quedaban entre las piedras. El profesor volvió a preguntar de nuevo a los estudiantes si el estaba lleno, y ellos volvieron a contestar que sí.

Después el profesor cogió una caja con arena y la vació dentro del frasco. Por supuesto que la arena llenó todos los espacios vacíos y volvió a preguntar de nuevo si estaba lleno. En esta ocasión los estudiantes le respondieron con un sí unánime. El profesor, rápidamente añadió dos tazas de café al contenido del bote y efectivamente, llenó todos los espacios vacíos entre la arena.

Los estudiantes reían. Cuando la risa se fue apagando, el profesor dijo: “Quiero que os fijéis que este  frasco representa la vida. Las piedras son las cosas importantes como la familia, los hijos, la salud, los amigos, el amor, cosas que te apasionan. Son cosas que, aunque perdiéramos el resto y nada más nos quedaran éstas, vuestras vidas aún estarían llenas. La gravilla representa otras cosas que nos importan, como el trabajo, la casa, el coche.... La arena es el resto de las pequeñas cosas. Si pusiéramos primero la arena en el bote, no habría espacio para la grava ni para las piedras. Lo mismo sucede con la vida. Si utilizáramos todo nuestro tiempo y energía en las cosas pequeñas, no tendríamos nunca lugar para las cosas realmente importantes. Presta atención a las cosas que son cruciales para tu felicidad. Juega con tus hijos, concédete tiempo para ti mismo, para visitar al médico, ir a cenar con tu pareja, practica tu deporte o afición favorita. Siempre habrá tiempo para limpiar la casa, o hacer reparaciones... Ocúpate primero de las piedras, de las cosas que realmente te importan. Establece tus prioridades, el resto sólo es arena”.

Uno de los estudiantes levanto la mano y le preguntó que representaba el café. El profesor sonrío y le dijo: “¡Me encanta que me hagas esa pregunta! El café es para demostrar que aunque tu vida te parezca llena, siempre hay un lugar para dos tazas de café con un amigo”.