domingo, 4 de diciembre de 2011

Cuentos ajenos (XII)


La leyenda de la anjana traviesa

Cuenta una vieja leyenda recogida en los valles cántabros más cercanos a la Meseta que una anjana traviesa fue encantada por el hechizo de un ojáncano en ese momento del año en que las horas de luz diurna se igualan con las de penumbra.
La anjana traviesa paseaba por las sendas de los bosques y descansaba en las orillas de los manantiales y arroyos. Pero el hechizo efecto y se quedó profundamente dormida al pie del balcón de las rocas de la Cueva del Agua, muy lejos de su bosque cántabro. Al fondo, vigilaban quietos dos camellos de piedra que siguen, aún hoy, mirando de reojo los valles de Valderredible y las Hoces del Rudrón y del Ebro.
Dormida quedó la anjana contemplando ese paisaje; sus cabellos calleron precipicio abajo y de repente se transformaron en un cascada profunda y bulliciosa como la misma hada.

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