lunes, 21 de noviembre de 2011

Cuentos ajenos (XI)

Foto Almudena Sanz
El pájaro y el sabio

Hubo una vez un hombre sabio en un pequeño pueblo de la vieja Castilla. Su bondad y conocimientos despertaban la envidia de mucha gente. Un día, unos vecinos urdieron un plan para engañarle. Atraparían a un pájaro vivo e irían a visitar al hombre sabio. Uno de ellos sostendría el pájaro detrás de la espalda y le preguntaría:
«Hombre sabio, ¿el pájaro está vivo o muerto? »
Si el hombre sabio respondía que estaba vivo, el vecino aplastaría rápidamente al pájaro y diría: «No, está muerto».
Si el hombre sabio decía: «El pájaro está muerto», el hombre le enseñaría el pájaro con vida.
Consiguieron los vecinos que el hombre sabio los recibiera.
El que sostenía al pájaro le preguntó: «Hombre sabio, ¿el pájaro está vivo o muerto?»
El hombre sabio permaneció en silencio durante unos instantes. Después se agachó hasta que quedó a la misma altura que el chico y le dijo: «La vida que sostienes está en tus manos».

martes, 15 de noviembre de 2011

Cuentos ajenos (X)

La última casa de madera
Un viejo carpintero decidió retirarse. Así se lo comunicó a su jefe que, aunque iba a extrañar su salario, necesitaba jubilarse y estar con su familia. Su jefe se entristeció mucho con la noticia porque aquel hombre era su mejor carpintero. Decidió pedirle de favor que le construyera una última casa antes  de dejar de trabajar.
El carpintero aceptó la proposición y empezó la construcción de su última casa pero, a medida que lo hacía, perdía la ilusión por hacerla. Arrepentido de haber aceptado la petición de su jefe, el carpintero no puso el esfuerzo y la dedicación que acostumbraba poner en el trabajo. Cada casa la había construido con gran esmero, pero ya estaba cansado y sentía que su jefe le había presionado para hacer una casa más.
Cuando el carpintero terminó la casa, el jefe vino muy contento y le entregó la llave de aquélla, diciéndole:  «Ésta es tu casa. Es mi regalo para ti y tu familia por tanto años de buen servicio». El carpintero sintió que el mundo se desvanecía bajo sus pies... Si tan sólo hubiese sabido que estaba construyendo su propia casa, lo hubiese hecho todo de una manera diferente.