miércoles, 14 de diciembre de 2011

Cuentos propios (IV)


Terror

¡Bloom !La puerta se cerró de improviso. Me dejó el susto en el cuerpo porque ni yo, ni ella, esperábamos el portazo.

La convencí para acercarnos a ese pueblo fantasma, deshabitado y entrar en el viejo hospital abandonado. Las paredes olían a azufre. El suelo, frío, helado, estaba resbaladizo. El caso es que aún no sé como me deje llevar por la inocencia para entrar en esa habitación ciega, sin ventanas.  Estaba pensando en ello cuando oímos el ¡bloom! estremecedor.  Enseguida me di cuenta de que estábamos metido en un buen lío. La puerta estaba cerrada, pero por el interior de la habitación, no tenía pomo. Estábamos encerrados...

Encerrados en una maloliente habitación de un viejo hospital abandonado y, además, en un pueblo deshabitado... ¿qué podíamos hacer?....

-Qué jugada tan cruel nos ha jugado el destino a los dos -le dije a ella-.

-¿A los dos? ¿Estás seguro?

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