domingo, 13 de marzo de 2011

Cuentos ajenos (VIII)

El muñeco de sal

Un viejo muñeco de sal llego cierto día a una playa después de andar y andar por tierras cálidas y por desiertos. Cuando llegó a la orilla del mar, quedó maravillado, pero no acertaba a adivinar que era aquella masa enorme de agua.
Le preguntó al mar: ¿Quién eres?; Soy el mar, respondió. Pero, ¿qué eres?, prosiguió el muñeco; Yo, le volvió a responder aquel trozo de océano. Pues no lo entiendo, replico el monigote.
Si quieres conocerme, le dijo el mar, tócame. El muñeco de sal, muy tímidamente tocó el mar con la punta de sus pies. Pero se asustó muchísimo al darse cuenta de que las puntas de sus pies habían desaparecido.
Mar, ¿qué me has hecho?, dijo entre sollozos el muñeco de sal. Sólo me estás comprendiendo, le replicó el océano. El monigote se quedó un tiempo largo pensando… y comenzó a deslizarse muy lenta y suavemente en las aguas. A medida que las olas lo atrapaban, poco a poco se iba deshaciendo hasta acabar diluido en la inmensidad del mar. En ese momento comprendió: yo soy el mar.