¿Has visto alguna vez una gata con un ojo de verde y otro negro?
Esta gata vive en Quintanilla Valdebodres, junto al cementerio y al Pozo del Diablo.
Una serendipia es un descubrimiento o un hallazgo afortunado e inesperado. Se puede denominar así también a la casualidad, coincidencia o accidente.
martes, 31 de agosto de 2010
lunes, 30 de agosto de 2010
Dibujos de asfalto sobre lienzo verde y abrupto
lunes, 16 de agosto de 2010
Del pasado y del presente
He buscado entre mis papeles más viejos algunas de aquellas cosas que escribí cuando creía que sabía escribir.
Esto es del año 1999
DULCE ENGAÑO
Me tienes delante.
Desnudo, sin ropajes,
Como esas cruces de madera
que cuelgan de un hilo fino.
Sin ropajes, sin vestiduras
que oculten nada.
Todo sincero.
Nunca he querido ver
el sol de enero
que hace felices las mañanas.
Nunca he querido ver
el sol de febrero,
abrigaño del cierzo.
Ni el sol de marzo,
que preludia los buenos tiempos.
El sol de abril, traicionero,
me engañó con su calor
robado a los dioses del trópico.
El de mayo, sol de rayos oblícuos
sobre mis líneas rectas me hiere
al mirarlo.
Y que se oculta por miedo
a ver visto.
Sol de junio, verano en ciernes,
hace que me encierre
en mi caverna oscura
donde va fraguándose
mi locura.
Sol de medio año,
sol de año entero.
Luego multiplicas por dos
e inviertes tus posiciones
en pos de llegar al fin
de tus estaciones,
tempoales,
vacías de gente
y llenas de metáforas
desagradecidas
y malolientes.
No sé mirarte sol de luz
cegadora.
Por esa prefiero a la Luna.
Que, pese a ser ladrona,
vela en mis desvelos.
Que, aunque me hurte los sueños,
me presta una luz,
irreal, robada.
Te prefiero, luna llena,
al sol sincero.
El sol ciega, mis ojos,
ya ciegos, vanamente
prefiero luna, que tu me engañes
dulcemente.
Esto es del año 1999
DULCE ENGAÑO
Me tienes delante.
Desnudo, sin ropajes,
Como esas cruces de madera
que cuelgan de un hilo fino.
Sin ropajes, sin vestiduras
que oculten nada.
Todo sincero.
Nunca he querido ver
el sol de enero
que hace felices las mañanas.
Nunca he querido ver
el sol de febrero,
abrigaño del cierzo.
Ni el sol de marzo,
que preludia los buenos tiempos.
El sol de abril, traicionero,
me engañó con su calor
robado a los dioses del trópico.
El de mayo, sol de rayos oblícuos
sobre mis líneas rectas me hiere
al mirarlo.
Y que se oculta por miedo
a ver visto.
Sol de junio, verano en ciernes,
hace que me encierre
en mi caverna oscura
donde va fraguándose
mi locura.
Sol de medio año,
sol de año entero.
Luego multiplicas por dos
e inviertes tus posiciones
en pos de llegar al fin
de tus estaciones,
tempoales,
vacías de gente
y llenas de metáforas
desagradecidas
y malolientes.
No sé mirarte sol de luz
cegadora.
Por esa prefiero a la Luna.
Que, pese a ser ladrona,
vela en mis desvelos.
Que, aunque me hurte los sueños,
me presta una luz,
irreal, robada.
Te prefiero, luna llena,
al sol sincero.
El sol ciega, mis ojos,
ya ciegos, vanamente
prefiero luna, que tu me engañes
dulcemente.
viernes, 13 de agosto de 2010
El pasado griálico de Burgos
Ocho siglos contemplan la vida de la ermita de San Pantaleón de Losa. Este año, precisamente, se cumplieron los 800 años de la consagración del templo por el obispo de Burgos García y 1.603 de la muerte de Pantaleón a manos de un soldado romano, en 2007.
Cuenta la historia, una mezcla de realidad y leyenda, que el joven Pantaleón fue martirizado. Después de emplear numerosas formas de intentar acabar con su con su vida, una soldado le cortó de un tajo la cabeza y de su cuerpo manó sangre y leche. Una parte de la sangre cayó bajo un árbol seco y reverdeció. Era un 27 de julio del año 305.
Siglos más tarde, un peregrino que caminaba hacia Compostela dijo encontrar en este lugar la sangre de San Pantaleón que cada 27 de julio, día de la consagración del templo, se licua. Este milagro se produce porque la sangre de San Pantaleón se recogió en el Santo Grial. Pantaleón estudió Medicina y de él se cuentan proezas entre las cuales no fue la menor invocar a Jesús y resucitar a un niño que había sido mordido por una serpiente.
El 27 de julio de 1207 se consagró la ermita a San Pantaleón. Y cada día 27 de julio, la misma sangre recogida en esta zona de Burgos se licua en el monasterio de la Encarnación de Madrid.
San Pantaleón de Losa se levanta en un inmenso atolón de roca cretácea semejante a la quilla de un barco embarrancado que levanta sobre sus espaldas la insólita silueta de una diminuta y bellísima ermita románica. Es el monte ‘Colorado', del mismo tono que la sangre.
Caras y carátulas de diversa significación aparecen en las ventanas exteriores, lo que la confieren de un halo de magia y esoterismo. A esta historia se une la toponimia de la comarca, caso de Criales, que tiene su etimología en ‘griales'.
La inclinación del terreno sobre el que se asienta hace que la ermita tenga dos niveles interiores. Tiene una sola nave de un tramo coronada por un soberbio ábside. En la parte trasera, años después se le adosó al templo una nueva nave gótica. Bajo el suelo hay un recinto abovedado que pudiera ser una cripta primitiva.
La realidad es que toda la comarca tiene una especial devoción a esta pequeña joya del románico. Si en cualquier ermita románica o incluso visigótica es normal encontrarse con figuras extrañas y rostros enigmáticos, es posible pensar que en el hermetismo de las tallas de San Pantaleón se esconde quizá un mensaje sorprendente.
Una leyenda cuenta que un santo aragonés, San Lorenzo, trajo el Santo Grial desde Francia y que quedó depositado en esta zona de la provincia de Burgos. El santo grial es, para unos la copa, el caliz en el que Cristo consagro el vino, su sangre. Para otros no es un objeto físico. Las alusiones griálicas de Burgos son muy evidentes; pero, tal vez, sólo sean parte de una leyenda. O no. El triángulo formado por los vértices de San Pantaleón de Losa, Criales y Santa María de Siones alimenta esta leyenda. Sus nombres son muy evocadores y hace pensar que las teorías de quienes piensan que el Santo Grial está en esta zona de la provincia de Burgos, son si no ciertas, al menos sí muy misteriosas. Más aún después de las teorías noveladas de Dan Brown que relacionan el Grial con el Priorato de Sión, María Magdalena y la descendencia de Jesús. Las relaciones son tan evidentes como sorprendentes: Criales (griales), Santa María de Siones (Sión, monte en de Tierra Santa donde se establecieron los custodios del Grial, los Templarios)... y más directas aún: la iglesia de San Lorenzo, en Vallejo de Mena. Y aún más, los templarios, según teorías de estudiosos griálicos, custodiaban este objeto, el Grial, en un lugar conocido como ‘Mont Salvat'. ¿Dónde está la Sierra Salvada?: alrededor de San Pantaleón de Losa. Todas las direcciones apuntan hacia un lugar.
Más aún. Los templarios y los caballeros de Jerusalén custodiaron este templo durante muchos siglos. Órdenes que guardaron, según la tradición, el Grial. Y aún hay un apunte más. La iglesia románica de Siones se encuentra al pie de la Sierra de la Magdalena. Si todas estas piezas del enorme rompecabezas encajan como es debido, podríamos estar ante el complejo griálico más notable y ¿quién sabe? si la cuna del objeto más codiciado del mundo.
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